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Licenciada en Educación ; Profesora de Lenguaje y Comunicación. Actualmente parte del grupo de docentes del establecimiento Claudio Arrau León

lunes, 16 de marzo de 2009

PICHIKECHE







Pichikeche



En tus tiernos ojos negros encontré la fuerza que buscaba,
en tu sincera sonrisa de grandes dientes
el amor.
Tú sabes de sufrimiento y no debieras,
pero luego te hacen madurar.
Saltas, corres y ríes libre como el viento,
juegas y no tienes resentimiento.
En ti me inspiro optimista esta noche para escribir sobre el futuro,
pues a ti traspasaré el conocimiento
esperando que de a luz en ti una flor blanca de ocho hojas.
Nuestra madre llama,
hay que oírla pues es ella la que provee y
tus tiernas manos se despiden sin una lágrima,
pero llenas de valor, amor y vida
ñi pichikeche.

LAS VOCES DESGARRAN



Cada vez que escucho hablar de su persona,
siento el vacío que deja el recuerdo
y esta noche lo volví a soñar despidiéndose de mi.
Desperté con lágrimas de desespero y no se que decir.
Me persigue donde voy y no hay sombra que no se acuerde de ti.
Siento robada mi intimidad con cada marca en cada calle,
en cada esquina, en cada pared
y no me logro olvidar de ti.
¿Quién enseña a no recordar?
Esas mañanas cargadas de lluvia cuando solo se mira la ventana
hablan y yo no quiero oír,
solo quiero que se callen las voces para poder dormir.
Estas palabras las he tomado de tu abierta herida
y se como te sientes por la muerte de Matías;
toda mi fuerza para ti mujer
y que te alumbre el día en que la injusticia no quede impune
como el día de ayer.
A todas ustedes mujeres hermosas

jueves, 5 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

jueves, 26 de febrero de 2009

RECUERDOS DE MI INFANCIA

Quizás es uno de los recuerdos de infancia que ha logrado mantenerse con más nitidez en mi memoria, aquellas imágenes que vienen a mi cabeza algunas veces al dormirme y al sentir el aroma de harina tostada, que marcaron la lucha de dos culturas entre las que me desenvuelvo y que influyen totalmente en mí. Mi niñez en la comunidad marca mi identidad como Mapuche.

El olor a humo de raulí, pellín, canelo, de una gran fogata hecha con leña de árboles nativos de la gran madre tierra, se aprecia a gran distancia del lugar sagrado, junto con el sonido de la trutruca y el llamado del kultrun, que nos acompañan en el camino hacia el rewe. Tomada de la tibia mano de mi padre, ya que era apenas una niña de seis años, junto a mis hermanos y mi madre, íbamos rumbo al último Nguillatun que se realizó en la comunidad.

En aquel entonces yo no lo sabía, pero era el último que reunía a los habitantes de Ancacomoe y comunidades de los alrededores, fue el más grande, asistió mucha gente, en un ambiente con aromas humanos de sudor por el baile de tres días, mezclado con el humo de la fogata donde arde un vacuno ofrendado, las comidas de cada ramada, carne de cordero estofado, sopa de vacuno, tortillas al rescoldo, mote, catuto, miel, etc.; y el sudor de los caballos que en interminable trote resguardan el terreno sagrado de los winkas y los malos espíritus.

Como era una niña, sentía cierto temor por la cantidad de caballos que corrían a nuestro alrededor, aunque en las noches eran poco perceptibles, sólo se sentía su galopar a lo lejos y otras muy cerca de donde dormíamos los más pequeños. Al llegar el alba, nuestros padres se acercaban a despertarnos, acercándonos al rewe que desprendía un fuerte olor a canelo y maqui. Allí compartíamos junto a ellos una nueva oración; yo, somnolienta, agarrada a la falda de mi madre y rodeada de gente, escuchaba la rogativa en un idioma que no comprendía totalmente, pero que llegaba a mis oídos y conmovía totalmente mi interior. Al poco rato se siente el olor de harina tostada, y en un instante llegan a nosotros mis primas grandes repartiendo el aromático producto, junto con un fermentado muday, que debemos comer, para reponer energías y comenzar nuevamente otro purrun.

Aún asisto a los Nguillatun y cada vez que siento el olor de la harina tostada, mi memoria me trae aquel día de felicidad, caminando hacia el rewe tomada de la mano de mi padre. Sí, fue el último y el más grande.

UN POCO DE POESÍA